El 29 de noviembre, cada año desde 1977, se conmemora el día Internacional de solidaridad con el pueblo palestino. Para alguien con curiosidad, quizá la forma más sencilla de descubrir por qué un pueblo en concreto merece un día de solidaridad intencional, pueda encontrar una explicación fácil visitando la web de la ONU.
“La fecha fue elegida por su importancia para el pueblo palestino. Ese día, en 1947, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la resolución 181, posteriormente conocida como la «resolución de la partición de Palestina», en la cual se estipulaba la creación de un «Estado judío» y un «Estado árabe» en Palestina, con Jerusalén como ciudad separada bajo control internacional. Hasta hoy solo se ha creado un Estado: Israel.”
Sin embargo, tras leer la breve información, si nos asomamos a la ventana del presente, será difícil entender que tanto tiempo después el conflicto se haya mantenido vivo hasta nuestros días. Cómo, 72 años después de la creación del Estado de Israel, es posible que el pueblo palestino viva en una situación de apartheid, en la que se les niegan sus derechos, y como hay hoy más de cinco millones de refugiadas y refugiados palestinos en todo el mundo. Al menos si lo hacemos sin considerar la naturaleza colonial del Estado de Israel, la asimetría que históricamente ha existido y la connivencia necesaria del resto de actores internacionales.
Debemos recordar que a lo largo de las décadas que nos separan del año 1947, no solo no se ha creado el Estado palestino, sino que la situación ha ido agravándose para su pueblo. A la diáspora del exilio, de millones de personas refugiadas fuera de las fronteras del Territorios Palestinos tras las guerras del 48 y del 67, hay que añadir la de un proyecto de colonización que tiene pocos precedentes históricos. Hablamos de colonización y no de ocupación porque esta última tiene una naturaleza exclusivamente militar y temporal. Y el proyecto colonial israelí se asienta sobre una idea racista, de un Estado para una parte de la población que excluye al pueblo originario del territorio donde se construye, el pueblo palestino. Es colonial porque busca sustituir al pueblo palestino en sus tierras ancestrales y porque tiene voluntad expansionista. Ya anexionaron Jerusalén y los Altos del Golán sirios en contra del derecho internacional, y el proyecto de anexión de Cisjordania no está paralizado, sino que avanza sobre el terreno.
La política de ocupación comenzó con un proceso de limpieza étnica y ha continuado a lo largo del tiempo tratando de ejercer un control demográfico sobre la población palestina a través del confinamiento en áreas geográficas cada vez mas pequeñas, el control de los recursos naturales, la supresión de derechos y el ejercicio de la violencia. En ese sentido la Franja de Gaza es la mayor cárcel al aire libre del mundo. La política de bloqueo militar y bombardeos sistemáticos impide el acceso al agua limpia, el desarrollo de cualquier actividad económica, o la entrada de productos básicos como medicamentos. Esto ha hecho que la ONU dictaminara que la Franja sería inhabitable a finales de este año 2020.
Pero hablar del problema palestino exige además de la caracterización de la terrible situación de su pueblo, cómo se ha alineado la comunidad internacional y en qué momento nos encontramos. La pandemia, la tensión política en otras regiones, la guerra comercial entre EEUU y China o el trumpismo y su plan de paz para el que no se consultó a la parte palestina o su reconocimiento de Jerusalén como capital de Israel, en contra del derecho internacional, han marcado los últimos años de un conflicto que se extiende demasiado tiempo y que comienza a causar una erosión considerable para las palestinas y palestinos.
Parece que el mundo haya asumido el conflicto y lo haya normalizado hasta el punto de convertirse en otro foco más de tensión, que apenas merece algunos segundos perdidos de algún telediario, el papel central que un día tuvo en todas las luchas emancipadoras del mundo cada día menos visible ante la multiplicación de conflictos. Sin embargo, en estos tiempos de auge de la extrema derecha y de los nuevos fascismos, en los que estamos asistiendo al fin de la Convención de Ginebra sobre los refugiados y la institucionalización del racismo, en estos tiempos en los que nos hemos reconocido como vulnerables y que hemos visto las consecuencias que tienen los recortes en nuestras vidas, es imprescindible rescatar aquello de ser “capaces de sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo”, porque defendiendo algunas causas, en el fondo defendemos las causas que son de todas.
Así seremos capaces de entender que no es un conflicto entre dos pueblos, sino que es un conflicto atravesado por un proyecto político e ideológico de extrema derecha, un proyecto político de apartheid que ya se intentó implementar en otros lugares del planeta y fracasó. Como en la lucha contra el supremacismo blanco en Sudáfrica, en Palestina la solidaridad internacional con el pueblo palestino y las campañas de boicot, desinversiones y sanciones a Israel son fundamentales para que caiga un régimen criminal.
Quizá el pueblo palestino se halle en un punto de inflexión, una encrucijada de abandono, de fuerzas asimétricas, de agotamiento. Quizá ahora sea el momento de apoyar más que nunca.
Sira Rego
Eurodiputada y militante del PCE Rivas